La Terapia Familiar es un método de tratamiento psicológico que, en vez de intervenir con un paciente de forma individual, lo hace con su núcleo natural primario, es decir, con su familia. La razón de esto es que la familia es el principal pilar sobre el que se sustenta el crecimiento y desarrollo individual de las personas. Entonces, la terapia familiar, partiendo de esa base, considera que los síntomas que presenta una persona son producto directo y/o están mantenidos por formas de interacción defectuosas que se establecen entre los miembros de su familia y, siguiendo la misma lógica, utiliza a los miembros y su influencia como motor de cambio terapéutico, sirviéndose para ello principalmente de técnicas propias de la Terapia Relacional-Sistémica.
Esta forma de intervención es beneficiosa tanto para resolver:
- tanto problemas individuales (trastornos del estado de ánimo, adicciones, trastornos de la conducta alimentaria, trastornos psicosomáticos, problemas conductuales de niños y adolescentes, duelos, enfermedades físicas, dificultades en edades de transición como la jubilación o la adolescencia, …)
- como familiares (problemas de convivencia, pérdidas económicas, entradas o salidas de miembros en la familia, comunicación deficitaria o distorsionada, rivalidades, patrones de relación distantes, fríos, absorbentes o violentos,…).
Es una forma de terapia muy potente, pues hace uso de la influencia que tienen todos los miembros de la familia sobre el resto de ellos al mismo tiempo, trabajando, por tanto, desde los diferentes frentes de conflicto y permitiendo que todos contribuyan en la búsqueda de soluciones, utilizando sus propios recursos y sin sentirse juzgados, pues en ningún momento se buscan culpables y ocurre en un espacio seguro y en el que se fomenta la escucha empática y activa.
Tiende a ser de duración breve y centrada en objetivos concretos y puede usarse tanto de forma aislada como de forma conjunta con otro tipo de tratamientos psicológicos y psiquiátricos, siempre dependiendo del problema concreto que presente la familia.
Las sesiones de Terapia Familiar no necesariamente tienen que hacerse siempre con todos los miembros de la familia, a veces puede ser interesante utilizar sólo algunos subsistemas (subsistemas de padres, hermanos,…). El transcurso de la propia terapia irá indicando al profesional la planificación de estas sesiones.
Las sesiones de Terapia Familiar se dividen en:
- Unas cuantas sesiones de evaluación, que tienden a ser bastante estructuradas, pues es importante que la recogida de información sea completa.
- Sesiones de tratamiento, en las que se vuelven a retomar cada uno de los temas surgidos durante la evaluación y se aplican diversas técnicas que persiguen la comprensión empática de la problemática por parte de todos los miembros desde cada una de sus perspectivas y la resolución conjunta de los problemas.
- Sesiones de seguimiento, cuya finalidad es garantizar el mantenimiento de los resultados en el tiempo.