La Mediación Familiar es un proceso y un recurso que permite a miembros de una familia enfrentados resolver sus conflictos por sí mismos, de manera amigable y sin recurrir a las instancias de la justicia ordinaria ni a los aparatos de control del Estado, con la ayuda de un profesional, el mediador,.

Se trata de una vía racional y madura de resolución de conflictos que permite que sean las propias partes las que, a través del diálogo, del reconocimiento del problema y del entendimiento de la perspectiva del otro, encuentren una solución que satisfaga las necesidades y deseos de todos los implicados.

Su objetivo es conseguir el consenso en diversos tipos de conflictos que pueden darse en el ámbito familiar, como disputas económicas, dificultades educativas con adolescentes, búsqueda de los orígenes biológicos por parte de personas adoptadas o acogidas, cuidado de personas mayores,…, siendo especialmente útil en los procesos de separación y divorcio, en los que se puede mediar temas como la custodia de los hijos, pensión alimentaria y compensatoria, el régimen de visitas o la liquidación de la sociedad de gananciales, además de otros temas más emocionales que son olvidados a través de otros sistemas.

El 80% de las personas que acuden de forma voluntaria a un proceso de mediación familiar logran un acuerdo, frente al 20% que llega derivado por un juez.

Es un método mucho más rápido que el que el que se inicia con un procedimiento contencioso en los juzgados (su duración oscila entre las 5 y 12 sesiones) y su coste económico y emocional es mucho menor.

Entre sus ventajas encontramos que la mediación:

 

  • Aporta soluciones personalizadas.
  • Es confidencial.
  • Es rápida.
  • Conserva las relaciones entre las partes: Una mediación exitosa implica que no existen perdedores ni ganadores y evita que se generen resentimientos. Además, la rapidez evita que se prolongue la tensión de la pareja, garantizando así que no se produzca un daño permanente en la relación entre los miembros.
  • Favorece el bienestar de los hijos/as.
  • Es extrajudicial: Al desarrollarse en un ambiente cálido, confortable y relajado, la pareja se evita una situación estresante.
  • Es flexible: Tanto los plazos, el ritmo, como los temas a tratar a lo largo del proceso de mediación se adaptan perfectamente a las circunstancias familiares.
  • Es voluntaria y, por tanto, más eficaz: Pues los acuerdos voluntarios tienen un mayor grado de cumplimiento que los que son impuestos.
  • Es preventiva: Entrena a la pareja en la negociación, preparándola para prevenir situaciones conflictivas futuras.
  • Repara la sensación de fracaso personal: Permite a los cónyuges afrontar con madurez y responsabilidad la propia separación.
  • Es emocionalmente estable.
  • Es económica.

 

La mediación finaliza con la elaboración de un acuerdo que, en el caso de procesos de separación o divorcio, incluye el convenio regulador. La validez de este acuerdo puede notificarse ante un notario y, en caso de incumplimiento, existe la posibilidad de acudir a un juzgado a exigir el cumplimiento de la resolución, que se considera similar a una sentencia. Aunque el acuerdo puede ser también modificado al cabo de un tiempo determinado si las necesidades e intereses de las partes cambian y deciden así hacerlo.